miércoles, 21 de enero de 2009

Ante el bombardeo de dietas

ENSEÑO A COMER A SUS HIJOS


-¡Por Dios que niño más flaco! Huuuuy, que está gordito...
A menudo nos vemos enfrentadas las mamás a los comentarios de extrañas personas que se atreven a juzgarnos cuando nuestros hijos están demasiado delgados u obesos. La verdad es que su apariencia no tiene que ver con la forma de cómo los alimentamos. Sería muy bueno conocer lo que es una buena nutrición y así elegir la alimentación apropiada para las diferentes etapas del crecimiento y desarrollo de sus hijos y con esto asegurar que ellos mismos aprendan a alimentarse correctamente.

Cuando se trata de niños de muy corta edad y trabajamos fuera de casa nos aseguramos que la persona que los cuida no pase por alto las reglas de una buena nutrición. La cosa se enreda cuando los niños van al colegio ante la tarea quijotesca de pelear contra un simple quiosco de recreos: cambiar un gran lote de barritas por frutas, nueces y yogurt parece ser algo imposible. Nuestros hijos están sometidos a una gran presión por parte de sus compañeros para comer estas barritas de golosinas que anuncia la TV aunque sepan que usted no las aprueba. La mejor manera de motivar y enseñar a los niños acerca de una buena alimentación es darles el ejemplo de nuestra propia buena alimentación.

Al igual que los adultos, los niños de todas las edades toman una porción importante de sus alimentos entre las comidas, guíelos para que sean nutritivas: el adolescente necesitará galletas con germen de trigo, cereales integrales, fruta seca y nueces. Los batidos podrán ser con yogurt, plátano, hielo picado y vainilla. Insista en las frutas, mantequilla de maní y rebanadas de queso. Cuando tienen hambre comen lo que pillan, por eso tenga a la mano alimentos nutritivos y sabrosos para comer entre comidas.

Deje que sus niños decidan cuando tienen hambre o estén satisfechos, en cada época ellos consumen cantidades diferentes de alimento dependiendo de la velocidad de crecimiento y de su salud. Ayúdeles a confiar en sí mismos y obedezca a sus señales de “ya no tengo hambre mamá” y les enseñará una lección importante que utilizarán para normalizar su alimentación a lo largo de toda su vida. Que la acompañen al supermercado y que le lean las etiquetas de los productos. Dedique un pequeño espacio en el jardín o en un macetero para cultivar perejil, apio, zanahorias o lechugas y que sean ellos mismo quienes las cosechen. Que los niños mayores se turnen en preparar comidas. Los más pequeños siempre están dispuestos para ayudar, no dude en involucrarlos picando verduras suaves para la ensalada con un cuchillo de mesa, que bata los huevos para esa tortilla o añada los ingredientes de cualquier receta.

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