miércoles, 21 de enero de 2009

Meditación: Menos adrenalina y más serotonina

“En el mundo moderno, vivimos ansiosas, tensas y angustiadas. Quien medita desarrolla el amor, conoce la paz, se vuelve una persona mucho más alegre, saludable, generosa, saludable y feliz”

Quién medita gana calidad de vida, se eleva espiritualmente, se vuelve en una persona más calmada, paciente y amorosa. Además de eso, aumenta la energía vital y el bienestar físico. Y eso hace ver el mundo y a su propia vida de otra forma.
En el mundo en que vivimos, estamos siempre en actividad: enfrentamos el tránsito cuando vamos a dejar a los niños al colegio, filas en el supermercado, ejercicios aeróbicos en busca de una buena forma, consumidas por el trabajo o estudio… una agenda doméstica completa que dura los 365 días del año.
No es novedad que la mayoría de nosotras está siempre ansiosa, tensa y angustiada. Eso pasa no sólo por el ritmo de vida que llevamos, sino porque no encontramos tiempo para nosotras mismas. Preocupadas por el mundo y por las personas que nos rodean, con la competencia del medio del trabajo, con la posibilidad de perder el empleo. La salud y hasta la vida misma, somos víctimas de una inmensa inseguridad física y emocional. Conectadas con tantas demandas y problemas, nos desconectamos de nosotras mismas y descuidamos lo esencial, que es el cuidado con todas las partes de nuestro yo.
El principal beneficio de la meditación es llevar a la persona a centrarse en su propio eje. Los científicos han demostrado que calmar la mente es el mejor remedio para combatir el estrés y otros males de nuestros días, como la hipertensión y la obesidad. El 60% de las consultas médicas podrían ser evitadas si las personas supiesen usar la mente para combatir las tensiones.
La meditación actúa sobre el estrés porque, cuando la mente se aquieta, la producción de adrenalina y cortisol (hormonas liberadas en situaciones de estrés) es inhibida, mientras que la endorfina (un tranquilizante natural tan poderoso como la morfina) es estimulada. Sólo eso ya sería un buen motivo para meditar, dejando de lado las preocupaciones físicas y volvernos hacia el aspecto espiritual.
La madre Teresa de Calcuta decía “Todo comienza con la plegaria”. Todos los círculos espirituales perciben la fuerza de la oración. Es que rezar y meditar trae los mismos beneficios: el alma vuelve a ocupar el cuerpo y la persona se conecta en el Todo. Meditar y orar son cosas de ser y no de hacer, en ambas prácticas el hilo conductor no es la religión sino el amor. Cuando medite, volverá su mirada hacia el fondo de su ser, aprenderá a quererse y amar todo a su alrededor. Seguro que usted querrá más amor y menos preocupaciones.

DATO:
Entréguese a la meditación sabiendo que es una experiencia muy personal y debe ser realizada siguiendo un criterio que usted misma a establecido. No espere ninguna trasformación radical: nuevos hábitos llevan al abandono de otros más antiguos, y eso nunca es fácil. Las dificultades son parte del proceso. Un día, sin darse cuenta, ya será otra persona, mucho más íntegra y feliz.

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